Misteriosa musiquita





Llegó a su nueva residencia, un departamento interno que había alquilado en el centro. Hacía tiempo que salía publicado en La Voz del Interior.
Tenía una cocina chica, un estar amplio con una ventana que recibía luz desde un patio interior y un dormitorio. Perfecto para él, un hombre joven, soltero, además barato y no exigían garantía.
En el estar se apilaban los canastos que la mudadora dejara en la mañana.
Ya anochecía, tendió la cama, encendió el televisor que había colocado enfrente, sobre una mesa ratona.
De pronto escuchó unos sonidos como de caja musical, no sabía de dónde provenían, bajó el volumen del televisor y se incorporó poniendo atención, se levantó y caminó por la habitación tratando de ubicarlo. Por momentos cesaba, pensó que venían del exterior y se volvió a la cama.
La musiquita se volvió más intensa, nuevamente se levantó, se dirigió al estar acercándose a cada canasto pero el sonido venía del dormitorio, lentamente observó cada rincón, se inclinó para ver debajo de la cama, sólo estaban las zapatillas y las medias que se había sacado. Revisó la ropa apilada en una silla, el sonido paraba y luego sonaba más intensamente, decidió ignorarlo. Mañana domingo tendría que acomodar muebles y ropa, por suerte vendría Clara, su novia, a ayudarlo.
Estaba cansado, apagó la luz y se dispuso a dormir. La música comenzó a sonar más acelerada, más intensa, casi frenética. En la oscuridad aguzó el oído, creyó que provenía del interior del placard, sin encender la luz se puso de pie y descalzo caminó hacia él, abrió la puerta y alumbró con el celular, en un rincón había un muñeco de celuloide que sonaba al balancearse sobre su base redondeada, de esos llamados tentempié.
Sonrió y se burló de si mismo por haber sentido un poco de resquemor al abrir la puerta. Pensó que alguna corriente de aire lo agitaba.
Había comido temprano en casa de sus padres y ya era la una de la madrugada, sintió un poco de hambre, recordó que en la cocina tenía una bolsa con fruta, eligió una manzana, buscó en una caja un cuchillo y una servilleta de papel y se la llevó a la cama. La comió, apagó la luz y se durmió.
La puerta del placard había quedado abierta, la música recomenzó. Ya molesto se incorporó pero el juguete estaba sobre la cama, la música sonaba estruendosa, infernal, trató de tomarlo para arrojarlo afuera...
Por la mañana llegó Clara, tocó el timbre pero él no respondía, abrió con su llave. Entró al living y un sonido la atrajo hacia el dormitorio. Allí estaba él, en un charco de sangre. Sobre la sangre de su amor, un juguete se balanceaba. A su lado, un cuchillo.
Luego de cierto tiempo apareció el aviso “Se alquila departamento interno...”